En el estudio de la salud y la enfermedad humana se ha recurrido a diferentes enfoques filosóficos. Toda ciencia, desde la más avanzada genética molecular a la biología clásica, pasando por la microbiología, exige una perspectiva filosófica que sostenga su visón, su práctica y procedimiento. Pues bien, durante la historia de la ciencia de la salud se han enfrentado diversas posturas filosóficas, que aún hoy perduran. Holismo contra reduccionismo es una de ellas. Y la salud integral se apoya en la primera. 

Comencemos con el reduccionismo para que pueda comprender mejor el holismo. El reduccionismo es la visión que postula que todo sistema puede ser explicado reduciéndolo a las partes que lo componen. Por ejemplo, para comprender y explicar cualquier proceso biológico basta con reducirlo a elementos químicos y leyes físicas que los rigen. Sin embargo, el enfoque holístico defiende la imposibilidad de explicar el funcionamiento integrado de un sistema biológico complejo simplemente reduciéndolo a sus partes.

Del reduccionismo científico surge y se afianza el modelo biomédico, que desplaza a cualquier otra perspectiva y acaba predominando en la ciencia de la salud hasta la actualidad. Se caracteriza por su concepción materialista, mecanicista y determinista de la realidad humana. Para la medicina científica y modelo biomédico el organismo es una máquina formada por partes engranadas entre sí y toda enfermedad, ya sea física o mental, se reduce a alteraciones físico-químicas que lesionan la estructura o alteran la función de esa maquinaria.

Desde esta perspectiva, el médico se constituye en una especie de mecánico cuyo objetivo es hallar la causa del fallo y repararlo a través de su arsenal químico-farmacológico y el bisturí. Asimismo, el médico enfoca su atención especialmente, por no decir, totalmente, en la cura de la enfermedad, pero olvida la promoción de la salud y la prevención.

Además, el modelo biomédico es sectorial y estrictamente dualista. Fragmenta al ser humano en múltiples partes, como órganos y sistemas, para cuyas alteraciones existe un médico especialista. Esencialmente establece una dicotomía estricta entre cuerpo y mente, dos grandes bloques independientes entre sí, dos compartimentos estancos y sin conexión, gobernados por lógicas distintas.

LUCES Y SOBRAS DEL ENFOQUE REDUCCIONISTA

No podemos negar que el reduccionismo imperante en la ciencia médica ha logrado éxitos impresionantes. Hoy, por ejemplo, duplicamos la esperanza de vida existente hace un siglo. La medicina, en su afán por reducir el organismo hasta sus partes más ínfimas descubrió que los microorganismos se relacionaban causalmente con las enfermedades infecciosas, que eran la causa principal de muerte a la sazón. Combatiendo la causa microscópica a través de medidas preventivas (vacunación) y de salud pública, así como de fármacos, lograron reducir la mortalidad infantil e incrementar el promedio de esperanza de vida.

Sin embargo, en la actualidad, la medicina se enfrenta a un nuevo reto, con difícil solución desde un enfoque reduccionista. Nos referimos a las enfermedades crónico-degenerativas. Estos son procesos patológicos no reducibles a una causa, sino que tienen un origen multicausal difícilmente desentrañable desde una perspectiva reduccionista.

Aquí es donde entra en juego la antiquísima perspectiva holística, fundamento de los más antiguos sistemas médicos de la humanidad, que nunca desapareció, y que ha resurgido con fuerza en la actualidad. Holismo significa todo o total y la concepción holística se fundamenta en la creencia de que todos sistemas o entidades conforman un todo y que son dinámicamente interdependientes y se encuentran interrelacionados. Desde esta perspectiva, el todo no puede ser comprendido mediante un análisis aislado de sus partes.

LA ESTRUCTURA TRIDIMENSIONAL DEL SER HUMANO

El enfoque holístico, más propio de las terapias alternativas, contempla al ser humano como una unidad tridimensional, integrada por dimensiones físicas, psicológicas y espirituales, estrechamente relacionadas entre sí, y en interacción constante con la realidad social y natural que la rodea. Una perspectiva holística de la salud concibe al ser humano como una totalidad viva, cuyos elementos constituyentes, en apariencia separados e independientes, están íntimamente relacionados entre sí, y cada uno de ellos mantiene el equilibrio con los restantes.

De ahí que su terapia integre (de ahí el término integral) lo biológico, psicológico, social y espiritual en un todo coherente. Se tienen en cuenta las dinámicas intrapersonales, interpersonales, así como la interacción de las personas con los factores ambientales.

La perspectiva integral estudia al ser humano en diferentes dimensiones. La dimensión física, la punta del iceberg, que puede medirse y cuantificarse. Esta dimensión incluye los aspectos materiales, como las moléculas, las células, los órganos, los sistemas, las reacciones físico-químicas, etc., así como sus relaciones con el entorno material y con las dimensiones psicológicas y espirituales.

Dentro de la dimensión psicológica distinguimos dos planos, el emocional, sede de los sentimientos, deseos, emociones, y el planto mental, que rige el pensamiento. Incluye los factores que pueden condicionar el equilibrio psicológico general, las relaciones de los planos entre sí y con el entorno material y social, así como las interacciones de los mismos con las dimensiones físicas y espirituales del ser humano.

A mayor profundidad se distingue la dimensión espiritual, desde donde surge el deseo de búsqueda de sí mismo, del yo profundo, de las leyes universales y del conocimiento. En la dimensión espiritual se encuentra la cualidad latente del ser humano, el verdadero yo, más allá del pensamiento y las emociones, el cual tarde o temprano se interroga en busca de respuestas: ¿Quién soy realmente?, ¿cuál es el objetivo o el sentido de mi vida?, ¿a dónde iré después de la muerte?, ¿dónde estaba antes de nacer?, ¿qué es la felicidad?, ¿qué valores conducen al desarrollo y realización de la persona?, etc.

Imbricada en las tres dimensiones, la terapia integral incluye el plano energético, al que se refieren los sistemas médicos más antiguos como ki, prana, etc., y que recupera para la ciencia muchos de los interpretes de la física cuántica.

LA METÁFORA DEL TRANSPORTE

Para que usted pueda hacerse una idea más concreta de la constitución humana haremos de una metáfora. El ser humano recorre la existencia análogamente a un transporte formado por un carruaje, tirado por un caballo, dirigido por un cochero y trasportando un pasajero. Para recorrer con éxito la distancia que separa dos puntos, el transporte tendrá que funcionar como una unidad, con sus elementos constituyentes en buen estado y sin que ninguno de ellos proceda de forma autónoma e independiente.

A través de esta analogía comprenderá mejor las estrechas relaciones que vinculan los elementos que constituyen al ser humano y por qué la salud puede verse afectada a través del desequilibrio de alguno de ellos. Desglosemos la metáfora.

El carruaje sería el equivalente a la dimensión física; el caballo, al plano energético; el cochero, a la dimensión psicológica; y el pasajero, a la espiritual. Suponga que usted posee una magnífica carroza, reluciente y con el mantenimiento mecánico al día. Si el caballo de tiro está famélico y escuálido, ¿qué cree que sucederá? O ¿qué beneficio obtendrá al contratar un cochero resplandeciente y especialmente dotado, si el caballo no tiene fuerza o el carruaje está estropeado?, ¿o qué sucedería si tanto el caballo como el carruaje se encuentran en perfecto estado, pero el conductor sufre algún tipo de trastorno?

Por último, suponga que el carruaje no tiene una ventanilla a través de la que el pasajero pueda comunicarle al cochero su destino, así como los peajes a lo largo del camino. Sin duda el trayecto entre el punto de origen y final se complica enormemente, por no decir que resultará imposible. ¿De qué le servirá un magnífico carruaje, un vigoroso caballo y un experto conductor, si el pasajero no puede señalarle a este último del destino del viaje?

EL RESURGIMIENTO DEL HOLISMO Y LA SALUD INTEGRAL

Actualmente, en el seno de las disciplinas de la salud está naciendo un nuevo paradigma que observa al ser humano como un sistema biológico complejo. Tal es el caso de la psiconeuroinmunología, que regresa a una concepción holística de la realidad humana y pone en entredicho el paradigma biomédico. Según postula la nueva ciencia, existe una estrecha, íntima y compleja interrelación entre todos los sistemas biológicos. Interrelación que ha permanecido oculta a los ojos de la medicina como resultado de su afán desmedido por separar los elementos de la realidad para poder estudiarlos.

Incluso la OMS ha recuperado el enfoque de la salud integral y holística. Este organismo concibe la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades”.

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