Un caluroso día de verano, mientras Jaakob leía la prensa nacional, observó cómo una abeja entraba por la ventana entreabierta de su casa y revoloteaba a su alrededor. No habría reparado en ello de no haber sido por tres razones.
En primer lugar, porque si se les molesta suelen lanzarse y picar. En segundo lugar, porque “casualmente” el artículo que leía en aquel instante trataba sobre la intuición matemática de las abejas. Y por último, porque el día anterior había estado leyendo la Sura de la abeja del Corán. ¿Otro caso más de SincroArmonía cuántica? Léase nuestros post relacionados El extraño fenómeno de la SincroArmonía cuántica (1ª parte) y SincroArmonía cuántica (2ª parte).
EL COMPLEJO PROBLEMA DEL VIAJANTE DE COMERCIO
Un grupo de científicos británicos descubrió otro hecho que revela la intuición matemática de las abejas. Estos insectos son capaces de resolver rápidamente un problema matemático para el que los ordenadores actuales tardan varios días en dar solución. Se trata del más célebre problema dentro del campo de la optimización combinatoria computacional. Se le conoce como el problema del viajante o del viajante de comercio.
A este dilema se enfrenta un vendedor que tiene que recorrer varias ciudades y regresar al punto de partida. Con el objeto de hacerlo en el menor tiempo posible y ahorrar lo máximo en energía (combustible, por ejemplo), el vendedor debe hallar la ruta más corta, sin pasar dos veces por la misma ciudad.
Aparentemente es un problema de fácil resolución. Así es cuando son pocas las ciudades que el vendedor debe visitar y reducido el número de caminos que las enlazan. Sin embargo, la cuestión comienza a complicarse, hasta alcanzar una complejidad enorme, a medida que se incrementa el número de ciudades a las que debe ir el vendedor. De hecho, es uno de los problemas más complejos, pese a su aparente trivialidad.
LA INTUICIÓN MATEMÁTICA DE LAS ABEJAS EN LA RESOLUCIÓN DEL PROBLEMA
Se ha demostrado en experimentos controlados que este enigmático insecto es capaz de realizar el recorrido más corto entre las flores a las que acude para recolectar polen y libar néctar. Teniendo en cuenta su diminuto cerebro, del tamaño de la cabeza de un alfiler, nuestra lógica nos diría que la abeja habría de escoger la ruta definida por el orden en que se encuentran las flores. Pues no es así. Su intuición matemática le permite seguir el camino que optimiza y hace más eficiente su trabajo. O dicho con otras palabras, la ruta que minimiza gastos en tiempo y energía. Es el único ejemplo en el reino animal de tal prodigio..
Lars Chittka, investigador de la Escuela Queen Mary de Ciencias Biológicas de la Universidad de Londres dice
“En la naturaleza, las abejas tienen que visitar cientos de flores de una forma que minimice la distancia de viaje y, después de forma viable, puedan encontrar su camino a casa.”
En este mismo sentido, el científico Nigel Raine, perteneciente a la misma institución académica, refiere lo siguiente:
“Las abejas viajeras resuelven los problemas del viajante todos los días. Visitan flores en muchos lugares, y debido a que las abejas usan mucha energía para volar, eligen una ruta que implique volar lo menos posible.”
Asimismo se pregunta
“a pesar de sus pequeños cerebros las abejas son capaces de proezas extraordinarias. Necesitamos comprender cómo resuelven el problema sin la ayuda del ordenador ¿Qué tipos de atajos usan?”
¿CÓMO RESUELVEN CON SENCILLEZ EL COMPLEJO PROBLEMA? ¿INTUICIÓN MATEMÁTICA?
Las respuestas científicas a este interrogante son muy variadas. Que si las abejas usan el aprendizaje a través del ensayo y error, que si solucionan el dilema gracias a rastros de feromonas, que si su programación genética les concede la habilidad de encontrar la ruta, que si son sus circuitos neurológicos aún por descubrir.
De lo que no cabe duda es que un bichito, con un cerebro del tamaño de una semilla, es más eficiente, por mucho, en la resolución del problema del viajero que un ordenador moderno. E infinitamente superior a la capacidad de un ser humano para dicho cometido.
Si consideramos que el razonamiento reside en el área frontal del cerebro o en sus conexiones con la región parietal, el diminuto cerebro de la abeja nos conduce a concluir que no ostenta mucha capacidad de razonar. El simple hecho de pensar que dicha facultad se halle en el minúsculo cerebro del insecto desmantelaría ipso facto la más reconocida construcción teórica de la neurociencia.
Sin embargo, si entendemos por razonamiento la facultad para “resolver problemas, extraer conclusiones y aprender de manera consciente de los hechos, estableciendo conexiones causales y lógicas necesarias entre ellos”1, entonces debe reconocerse que la abeja cumple con los requisitos, al menos en parte. En parte, porque todo apunta a que no puede aprender de forma consciente.
En cualquier caso, cabe preguntarse si la habilidad para resolver el problema no hubiese que buscarla en su minúsculo cerebro.
INTUICIÓN MATEMÁTICA Y CONEXIÓN ESPIRITUAL
Como hemos dicho al principio del post, Jaakob se encontró con una abeja en su casa mientras disfrutaba del artículo acerca de la habilidad matemática de las abejas. En ese preciso instante recordó lo que había leído el día antes en una preciosa sura del Corán (16:68-69). En sus letras encontró lo que podía ser una solución a esa misteriosa facultad, que de seguro no será del gusto de muchos:
“Tu Señor ha inspirado a las abejas: ´Estableced habitaciones en las montañas, en los árboles y en las construcciones humanas. Después comed de todos los frutos y caminad dócilmente por los caminos de vuestro Señor´. De su vientre sale un jarabe de color diverso, que contiene un remedio para los hombres. Ciertamente, hay en ello un signo para gente que reflexiona.”
La palabra árabe traducida como “inspirar” es wah. Significa indicación directa de Dios o revelación divina y se utiliza pocas veces en el Corán. Concretamente para definir la inspiración que Dios brinda a sus Profetas y Enviados. Es sobrecogedor que un insignificante bichito reciba la misma revelación que Dios ofrece a sus escogidos.
El gran sabio Al-lamah Tabatabai escribe en alusión a la frase “…caminad dócilmente por los caminos de vuestro Señor” lo siguiente:
“ya que… se deriva de la orden de alimentarse y comer, se evidencia que el propósito de transitar el camino, es el camino de regreso hacia el colmenar después de haber sacado el néctar de las flores, y la inspiración divina aquí significa ´encontrar el camino y regreso seguro de la abeja hacia el colmenar después de haberse beneficiado de las plantas´”
EL OJO DE LA CONTEMPLACIÓN
Entonces ¿cómo sabe la abeja cuál es el camino más corto? San Buenaventura, místico franciscano del siglo XIII, propone tres ojos del conocimiento.
El primero corresponde al “ojo de la carne”, el de la experiencia sensorial (proveniente de los sentidos). Sin duda el insecto tiene bien abierto este ojo ¿no es cierto? Pero no es suficiente para resolver problemas.
El segundo ojo es el de la razón. Extrae relaciones causales y lógicas de la experiencia sensible y permite la resolución de problemas. Ya hemos dicho que la ciencia no le reconoce a la abeja esta facultad.
El tercer ojo es el de la contemplación, el de la conciencia no-dual. Percibe los objetos y fenómenos como un todo indisoluble. Aunque los seres humanos lo poseen, el obstinado ego, permanentemente desconectado del Yo esencial, lo mantiene cerrado. El ego puede definirse como la consciencia de sí mismo, de la propia identidad, que nos hace percibirnos como separados, autónomos y autosuficientes. El ego restringe la visión de este ojo e impide la recepción de la gracia que proviene más allá de uno mismo. ¿Podría ser que la abeja tenga abierto el ojo contemplativo de par en par de modo que advierta esa gracia divina?
CONCLUSIÓN
En el Corán la abeja se mueve dócilmente por los caminos que le indica su Señor. ¿Por qué? Pudiera ser porque no posee ego, o al menos no tanto como la especie humana. Sin ego, recibe la gracia, inspiración y revelación que le ofrece «su Señor». El ego humano, a diferencia del de la abeja, obstaculiza ese conocimiento procedente de la Divina base (como suele denominarse en la Filosofía Perenne) porque le inclina a un sentir, pensar, desear y actuar ególatras. Léase El ego: qué es y cómo funciona.
Tal vez aquella SincroArmonía que le sucedió a Jaakob tuviera un significado. Quizá estuviera indicándole un camino de desprendimiento, de desapego, menos centrado en su ego e interés propio. A lo mejor le señalaba que se hiciera como un niño pequeño, un niño que aún no posee conciencia de sí mismo y “de los cuales es el Reino de los cielos”2 (como dijo Jehoshua). Acaso pretendía mostrarle lo que San Francisco de Sales dice:
“Necesito muy poco y deseo muy poco lo que necesito. Apenas tengo deseos; pero, si hubiera de nacer de nuevo, no tendría ninguno. No deberíamos pedir nada ni rehusar nada, sino entregarnos a los brazos de la divina Providencia sin perder tiempo en ningún deseo, excepto el de querer lo que Dios quiere de nosotros.”
Como le sucede a la dócil abeja.
Por último, un interrogante: ¿Guarda relación el concepto taoísta Wu wei con la docilidad existencial de la abeja? Léase Wu Wei: La no acción para equilibrar tu vida.
P´REZ&MÜLLER
REFERENCIAS
1.- https://es.wikipedia.org/wiki/Razonamiento
2.- Lucas 18:16 «Mas Jejoshua, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios.»
Mateo 18:3 «y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.«
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