PELIGROS DE LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA. ALIMENTOS BIOLÓGICOS

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Este artículo es un extracto del manuscrito (aún un bosquejo) de nuestro futuro libro, que esperamos esté disponible para el verano de 2022. El protagonista principal, que llamamos el buscador, se adentra en los recovecos de la nutrición con el objeto de desentrañar lo que sea una dieta perfecta. En su indagación se topa con el riesgo para la salud de los alimentos producidos por la industria agroalimentaria.

PSEUDOALIMENTACIÓN AGROINDUSTRIAL

Mientras profundizaba en el estudio de los grupos de alimentos, el buscador descubrió un área fascinante que hasta el momento no había tenido en cuenta y que lo mantuvo ocupado durante varios meses más. Trataré de sintetizar la ingente cantidad de información que me proporcionó en nuestros encuentros, porque de no hacerlo, podría escribir cientos de páginas y no es la intención de este libro. Eso sí, nuestro buscador halló en este área una certeza, la única que hasta el momento había alcanzado. Vayamos al lío.

Ya sabía que lo que comemos influye en nuestra salud. Sospechaba que la enfermedad consecuencia de la desnutrición por déficit de nutrientes había dejado paso en la actualidad a la desnutrición por sobreabundancia; sin embargo, había otro factor más, relacionado con lo que comemos, que podría encontrarse en el origen de múltiples enfermedades, esto es lo que el buscador denominó los “pseudoalimentación agroindustrial”.

LA REVOLUCIÓN SINTÉTICA

Durante las últimas décadas se ha producido en los países desarrollados un cambio en los hábitos dietéticos que el buscador denominó la última gran transición alimentaria, aunque también se refería a ella como la revolución sintética. Tan rápida y radical ha sido la transformación que la dieta de occidente poco se asemeja a la de hace 30 o 40 años. Dicho cambio ha consistido en la sustitución de los alimentos sin procesar o mínimamente procesados por los productos procesados y ultraprocesados listos para consumir. La importancia de la transición queda reflejada en las cifras: en países como Canadá, la contribución de los alimentos ultraprocesados al total de la energía diaria consumida alcanza ya un 45%. En España, el aporte energético de los alimentos ultraprocesados se ha triplicado entre 1990 y 2010.

En general, el perfil de la nueva dieta occidental, surgida de la revolución sintética, incluye un consumo frecuente de alimentos procesados, ultraprocesados y comidas rápidas, contiene más azúcar, más grasas saturadas y colesterol, más proteínas, más sodio, menos fibra y una densidad energética mucho más alta.

Revolución sintética o de los ultraprocesados

Fíjese bien cuando entre en un supermercado y verá que más del 60 % (y nos quedamos cortos) son alimentos ultraprocesados. Si le sumamos los procesados, con seguridad superan el 80%.

LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA Y LOS ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS

Teniendo en cuenta que detrás del proceso de cambio se encuentra la omnipotente industria agroalimentaria, merece la pena, antes de continuar, que la defina y detalle algo sobre su producto estrella: el alimento ultraprocesado.

La industria agroalimentaria no es más que el término que se utiliza para referirse a la actividad combinada de la industria agroganadera, productora de materias primas alimenticias, esto es, alimentos sin procesar; y la industria alimentaria, propiamente dicha, encargada del tratamiento, la transformación, la preparación, la conservación y el envasado de productos alimenticios.

EL ALIMENTO ULTRAPROCESADO

En cuanto a la definición del término “alimento ultraprocesado”, conviene antes aclarar algunos aspectos. De acuerdo con la clasificación NOVA, se distinguen 4 grupos de alimentos según su procesamiento. En la primera categoría tenemos los alimentos sin procesar o mínimamente procesados. Los primeros son todos los de origen animal y vegetal sin sustancias añadidas: los huevos, la carne y la fruta, por ejemplo. Los mínimamente procesados son aquellos sometidos a determinados procesos que no han modificado su naturaleza, como el cocinado de una verdura, el descascarillado de los frutos secos, la fermentación de los granos, el refrigerado o el congelado.

El segundo grupo es el formado por los ingredientes culinarios procesados, que son productos extraídos de los alimentos sin procesar y a los que se les han podido añadir aditivos. Estos son, por ejemplo, la sal, la mantequilla y la miel.

En tercer lugar, encontramos los alimentos procesados, que son versiones del original, pero han sido alterados por la adición de sustancias como el azúcar, aceite, sal o otros aditivos. Todos los encurtidos, ahumados, curados o salados pertenecen a este grupo.

Y en último lugar, el grupo de alimentos más insano, los ultraprocesados. Con base en el alimento original, del que en realidad contienen poco, se han elaborado mediante ingredientes industriales y muchos aditivos. Estos son, por ejemplo, la bollería, galletas, barras de cereales, cereales para el desayuno, refrescos, snacks, pizzas industriales y pan industrial.

Alimentos ultraprocesados, producto estrella de la industria agroalimentaria

ADITIVOS SINTÉTICOS DE LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA

No pocos investigadores y expertos han advertido sobre los daños que pueden ocasionar a la salud los productos provenientes de la industria agroalimentaria, en especial, los procesados y ultraprocesados, por contener una gran cantidad de sustancias químicas.

En la actualidad, se ha incluido en los productos procesados y ultraprocesados nuevos componentes, conservantes, potenciadores del sabor e, incluso, aditivos nanométricos. Y esta revolución, que tantos beneficios económicos le está reportando a la industria de los comestibles sintéticos, coincide en el tiempo con un incremento de la incidencia de enfermedades crónicas y degenerativas, como explicaré más adelante.

Entre los componentes de los que abusa la industria agroalimentaria están el sodio (de la sal) y el azúcar, cuyo consumo se ha disparado debido principalmente a los alimentos procesados y bebidas refrescantes, respectivamente. También encontramos los emulsionantes, ampliamente usados en la fabricación de lácteos, bollería, en la producción de aceites, mantequilla, en la panadería, etc.

Los últimos aditivos en ser incorporados, los más modernos son los nanométricos. Las nanopartículas son partículas microscópicas, como el dióxido de titanio nanométrico, utilizado como blanqueador en galletas, chicles, etc. Este nuevo ingrediente alimentario afecta a la microbiota, altera la función de la barrera intestinal y, en algunos casos, sortea la pared intestinal y se distribuye libremente por todo el organismo.

UN ADITIVO ULTRAPELIGROSO: LOS DISOLVENTES

Mención aparte merecen los peligrosos disolventes orgánicos empleados como antioxidantes, estabilizantes, conservantes, pero en especial para la preparación de aceites.

Antes de la II Guerra Mundial, el aceite se extraía directamente por prensión del grano a temperatura ambiente. Después, empezaron a usarse las altas temperaturas, técnica que permitía incrementar el rendimiento de extracción un 70%. Pero para alcanzar el 100% de rendimiento extractivo se introdujo la tecnología de extracción de hexano, consistente en mezclar el grano con hexano (un disolvente) antes de pasar a su prensión. El problema es que en el producto final persisten restos del químico.

La peligrosidad del procesamiento de los aceites se incrementa debido a las altas temperaturas empleadas en el proceso de extracción, la cuales modifican el perfil de las grasas. Durante el proceso se satura buena parte de los ácidos grasos poiliinsaturados y una parte de estos se transforman en grasas trans.

Productos estrella de la industria agroalimentaria

Ultraprocesados o, dicho con otras palabras, múltiples aditivos envasados.

LA RADIACIÓN IONIZANTE EN LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA

Por si todo lo expuesto hasta ahora fuera poco, aún queda otro proceso tecnológico usado por la industria agroalimentaria para conservar los alimentos: el tratamiento con radiaciones ionizantes. Las dosis bajas de radiación se usan para ralentizar los procesos biológicos del alimento fresco y aumentar su durabilidad, así como para eliminar insectos y parásitos. Con dosis mayores se consigue reducir la presencia de microorganismos, mejorando así su seguridad y ampliando su vida útil. Sin embargo, a pesar de que las ventajas del procedimiento parecen convincentes, la irradiación provoca alteraciones en los lípidos, las proteínas y reduce el contenido de vitaminas de los alimentos.

LA AGROGANADERÍA INTENSIVA

Otro de los debates que tiene en jaque a la industria agroalimentaria gira en torno a su obsesión con la búsqueda de mayores rendimientos, por encima de cualquier otra consideración. Esta industria recurre a la ganadería y a la agricultura intensivas para maximizar su producción. Justifican la intensificación por la necesidad de aumentar la cantidad de alimento producido en el plazo más corto posible, de modo que pueda satisfacer las necesidades de una población mundial en constante crecimiento. Sin embargo, no todos están de acuerdo con este argumento y piensan que buscan exclusivamente la rentabilidad económica, mediante la reducción de costes y la ampliación de los márgenes de beneficios. Al fin y al cabo, se trata de un negocio.

Sea cual fuere la razón, no cabe duda de que la agroganadería intensiva ha aumentado la capacidad mundial de proporcionar alimentos, gracias a una mayor productividad y una menor dependencia estacional en el caso concreto de la agricultura. Pero ¿a qué precio? Podría argumentarse que la intensificación tiene serios costes medioambientales y éticos en relación con el trato animal. Nuestro buscador sólo indagó en los costes para la salud humana.

TÓXICOS Y PÉRDIDA DE NUTRIENTES

Con el objeto de acelerar el crecimiento y producir alimento antes de tiempo, las técnicas de intensificación introducen en el organismo de los animales y las plantas sustancias tóxicas que contaminan al consumidor final. La ganadería emplea piensos hechos de residuos diversos, hormonas, factores de crecimiento, antibióticos, etc.; y en el caso de los cultivos, abonos inorgánicos producidos por la industria química y pesticidas (insecticidas, fungicidas, herbicidas, acaricidas, etc.) .

Aunque la transición de la producción tradicional de alimentos hacia la intensificación industrial comenzó hace más tiempo, sus consecuencias nocivas se suman a las de la reciente revolución sintética antes descrita. Y el efecto resultante es sumatorio, esto es, los potenciales perjuicios para la salud son mayores que los que podrían ocasionar ambas transiciones por separado. No solo contaminamos nuestro cuerpo a través del consumo de productos ultraprocesados y sus aditivos alimentarios, sino por las sustancias administradas a los animales y a las plantas.

Por si fuera poco, las tecnologías de procesamiento de los alimentos merman la calidad nutricional de los alimentos. No cabe duda de que las conservas, los alimentos precocinados, los refinados y el resto de ultraprocesados han perdido buena parte de sus minerales y vitaminas. Además, no faltan quienes postulan que la intensificación agroganadera impide la fijación de parte de los minerales y vitaminas en los tejidos de los animales y plantas durante su crecimiento acelerado.

Fumigación con pesticidas

Fumigación con plaguicidas (pesticidas) en cultivos.

ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS. OTRAS TÉCNICAS DE INTENSIFICACIÓN DE LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA

Dentro de las técnicas de intensificación merece la pena mencionar el control artificial de las condiciones de vida del ganado y las plantas. Son total y absurdamente antinaturales. Los animales son separados muy temprano de sus madres, encerrados en espacios reducidos y expuestos a irradiación constante de luz artificial. Las plantas crecen bajo plásticos, en condiciones de luz, humedad y temperatura “óptimamente adulteradas” y en el caso del cultivo hidropónico, ¡se prescinde por completo de la tierra!

Pero la tecnología de bioingeniería para la producción de alimentos modificados genéticamente, conocidos como OGM o alimentos transgénicos, fue la que más poderosamente llamó la atención de nuestro buscador. Consiste en manipular el genoma de algunas especies de cultivo, introduciendo genes nuevos o suprimiendo la expresión de algunos existentes, con el objeto de incrementar el rendimiento agrícola, aumentar la resistencia de las plantas contras diversos agresores (microorganismos, insectos y herbicidas) y de mejorar la fertilidad y la rapidez de crecimiento. Estas prácticas comenzaron a llevarse a cabo hace décadas y en la actualidad son muchas las especies que están siendo manipuladas: fundamentalmente los cereales y la soja, pero también vegetales como el tomate, el calabacín y la patata.

Existe evidencia científica suficiente que pone de manifiesto los riesgos tanto a corto como a largo plazo de esta tecnología. Y no sólo efectos perjudiciales directos sobre la salud, sino impactos medioambientales (sobre la biodiversidad y los ecosistemas) y socioeconómicos (ten en cuenta que las patentes transgénicas son controladas por las industrias, como Monsanto).

En cuanto a los efectos sobre la salud humana, estudios independientes han demostrado la aparición de nuevas alergias, de resistencias bacterianas a los antibióticos, problemas de fertilidad en modelo animal y alteración de parámetros en sangre relacionados con la función hepatorrenal.

Industria agroalimentaria, cultivo hidropónico en invernadero.

Cultivo hidropónico en invernadero.

EXPLOSIÓN DE ENFERMEDADES CRÓNICAS Y DEGENERATIVAS

Como ya mencioné al principio de este epígrafe, al mismo tiempo que se ha producido la acelerada transición alimentaria o revolución sintética a partir de los años 90, las personas consumen más y más aditivos alimentarios y más alimentos de producción industrial intensiva, se ha producido un incremento sin precedentes de la incidencia de numerosas enfermedades crónicas y degenerativas. Aunque las sociedades desarrolladas han reducido mucho la prevalencia de las enfermedades infecciosas, parece que son un entorno óptimo para el desarrollo de un sinfín de enfermedades metabólicas, neurológicas, inflamatorias, psiquiátricas y autoinmunes. 

Si bien las enfermedades cardiovasculares y el cáncer, las grandes amenazas para la salud en el siglo XX, han ralentizado su crecimiento, desde la década de los noventa la incidencia de decenas de otros trastornos crónicos, casi desconocidos en la década previa, se ha multiplicado por dos e incluso por tres. Enfermedades como la EPOC, diabetes, asma, depresión, enfermedad inflamatoria intestinal, esclerosis múltiple, osteoartritis, lupus, Alzheimer, hipotiroidismo han crecido mucho, pero otras se han desbordado, como TDAH, autismo, enfermedad celíaca, fibromialgia, enfermedad bipolar en la juventud y síndrome de fatiga crónica.

Parece existir consenso en cuanto a que el perfil dietético nacido en la revolución sintética, que incluye, como ya he citado, gran ingesta de grasa y colesterol, de proteínas, azúcar, sal, alimentos procesados y comida rápida, promueve los trastornos metabólicos, la obesidad y la enfermedad cardiovascular. Sin embargo, la asociación entre el factor dieta occidental sintética y la explosión de enfermedades crónicas resulta más difícil de demostrar. No obstante, a día de hoy existe mucho interés y varias líneas de investigación que tratan de desvelar los posibles mecanismos que subyacen en dicha asociación.

LA DECISIÓN DE CONSUMIR ALIMENTOS BIOLÓGICOS

Nuestro buscador, tras varios meses de intenso trabajo, llegó a la certeza de que el alimento biológico debe sustituir al industrial. Debía prescindir de cualquier producto procedente de la industria agroalimentaria “sintética” y limitarse a los alimentos biológicos. Pero, ¿qué es un alimento biológico?

“Biológico”, “ecológico” y “orgánico” son términos que se emplean de forma indistinta para designar los alimentos producidos según estándares más ajustados con los ritmos de la naturaleza. En España, por ejemplo, solemos dirigirnos a este tipo de alimento como “ecológico”.

La producción agroalimentaria ecológica prescinde por completo de sustancias químicas sintéticas, radiaciones ionizantes y organismos genéticamente modificados (OGM). Además, las condiciones de los cultivos y la vida del ganado son diferentes. Por ejemplo, un ternero no es retirado de su madre nada más nacer, sino que se amamanta durante meses, para más tarde consumir forraje ecológico y con acceso al aire libre. En fin, una industria (porque no deja de ser una industria) que produce alimentos más saludables de por sí, pero que además contribuye a la conservación del medioambiente y la biodiversidad, lo que, de forma indirecta, aunque a largo plazo, aporta notables beneficios para la salud y bienestar humano.

¿ALIMENTOS BIOLÓGICOS PROCESADOS?

A partir de ese momento, se propuso consumir exclusivamente alimentos biológicos. Cualquier cálculo necesario para diseñar una dieta correcta lo haría con base en alimentos sin procesar, mínimamente procesados y procesados, pero siempre de origen biológico.

Llegados a este punto, resulta preciso aclarar algo que suele ser motivo de confusión. ¿Cómo es posible que la industria agroalimentaria biológica produzca alimentos procesados? Pues sí, lo hace. Verás, con un ejemplo lo entenderás perfectamente. No es igual una miel industrial que una miel biológica, pese a que ambas son ingredientes culinarios procesados. Las abejas que producen miel ecológica viven en colmenas de madera ubicadas en zonas de montaña y lejos de áreas contaminadas (ciudades, cultivos, etc.). Además, solo se alimentan del polen que recolectan y de la miel que almacenan en sus colmenas. Las posibles plagas son combatidas por el apicultor con productos naturales y la miel es extraída sin aplicar calor.

Esto es todo. Esperamos que le haya gustado el artículo. Puede que le interese uno de nuestros post relacionados:

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2 Comments on “PELIGROS DE LA INDUSTRIA AGROALIMENTARIA. ALIMENTOS BIOLÓGICOS”

  1. Muy interesante el artículo, pero creo que se podría haber profundizado más. Es un tema muy importante.

    1. Hola, Magda. Tiene razón. Este tema daría para escribir un libro. No le quepa duda de que trataremos sobre el asunto en futuros artículos. Reciba un cordial saludo.

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