Desde principios del siglo pasado ha venido gestándose un campo científico que recupera para la ciencia médica la concepción holística del ser humano. Aunque ha recibido distintas denominaciones, hoy se lo conoce como Psiconeuroinmunología o Psiconeuroinmunoendocrinología.
En pocas palabras, y para que se entienda bien, la Psiconeuroinmunología estudia la relación cuerpo-mente. Más detalladamente, se encarga de investigar la comunicación e interacción entre cerebro, entendido como sede de la mente, y los sistemas responsables del mantenimiento de la armonía del medio interno. Estos son el sistema nervioso (tanto el central como el autónomo), el inmunológico y el neuroendocrino. Asimismo, la Psiconeuroinmunología estudia las implicaciones clínicas de la íntima interrelación de los sistemas orgánicos.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA
Cuando se trata de echar la mirada atrás para rastrear el origen de la Psiconeuroinmunología, la mayoría se remonta al siglo XX. A decir verdad, el nacimiento y desarrollo de la disciplina ha de buscarse en ese momento histórico. Sin embargo, los antecedentes son mucho más antiguos. La relación Cuerpo-Mente era tenida en cuenta como origen de salud y enfermedad desde la antigüedad griega.
Hipócrates (siglo V a.C), padre de la medicina y la naturopatía, postulaba una visión monista de la naturaleza humana. Para el médico griego, la mente y el cuerpo constituyen dos aspectos de una unidad indisoluble. Aspectos que se influyen mutuamente. Desde su perspectiva, la salud sería equivalente a equilibrio o armonía. Equilibrio entre los 4 humores, equilibrio entre los 4 temperamentos, equilibrio en la relación cuerpo-mente. Y equilibrio, en definitiva, en la relación del ser humano con el cosmos al que pertenece.
Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C, compartía idéntica concepción con Hipócrates:
[bctt tweet=»Un cambio en el estado de la psique produce un cambio en la estructura del cuerpo, y a la inversa, un cambio en el estado del cuerpo produce un cambio en la estructura de la psique. -Aristóteles-» username=»»]Galeno, médico griego del imperio Romano, no se distanció de la postura de sus antecesores. Afirmaba la influencia de la mente, sus sentimientos y emociones sobre la salud física de las personas.
Al otro extremo del mundo la Medicina Tradicional China propuso un modelo semejante al de los antiguos griegos, pero mucho tiempo antes. Para este sistema médico milenario, el cuerpo y la mente constituyen una unidad indisoluble. Las emociones y las conductas son importantes en la salud global de la persona.
CAMBIO DE PARADIGMA Y DISOLUCIÓN DE LA UNIDAD CUERPO-MENTE
En general, durante la Edad Media comienza a producirse un vuelco en la concepción del ser humano. Se pasa de una visión de unidad, a una dual. Según la concepción dualista estaríamos formados por un cuerpo físico, finito y mortal; y por un alma eterna.
DE LA UNIDAD A LA DUALIDAD.
Todos los historiadores coinciden en que el Renacimiento recupera la sabiduría griega perdida durante la oscura Edad Media. No obstante, no sucedió así en cuanto al concepto de ser humano que poseían la médicos de la antigüedad.
Fue Descartes, filósofo renacentista, quien construyó el cimiento del paradigma que ha dominado la práctica médica hasta nuestros días. A decir verdad, algunos de sus postulados fueron tergiversados y otros olvidados. Como consecuencia, no puede hacerse responsable al gran filósofo de la desastrosa visión que la medicina tiene del ser humano.
Descartes recoge el testigo dualista y lo radicaliza. Propone que la realidad física y la espiritual de la constitución humana se encuentran separadas. La realidad física corresponde al plano corporal y la espiritual, al alma (mente). Ambas coexisten en la persona, pero no tienen nada que ver la una con la otra. Entre ellas no habría conexión y ninguna posibilidad de influencia mutua.
MECANICISMO Y RACIONALISMO
El filósofo del Renacimiento es el representante de dos escuelas que tendrían gran repercusión en la práctica médica de los siguientes siglos.
Por un lado, el mecanicismo, que estudia al ser humano como materia en movimiento. Desde este punto de vista, el cuerpo sería análogo a una máquina, una estructura formada por distintas partes. Pero una estructura dinámica, cuyas partes en movimiento le proporcionan su funcionalidad..
Por otro lado, el racionalismo. Aunque de la corriente racionalista, el paradigma médico sólo parece tener en cuenta la metodología de investigación analítica. Esta consiste en dividir la realidad objeto de estudio (cuerpo humano, la máquina) en todos y cada uno de sus elementos constituyentes, hasta llegar a los más simples. Este procedimiento ha llevado a la ciencia a descubrir hasta la más diminuta molécula del cuerpo humano. Sin embargo, se ha olvidado de la metodología sintética, que permite obtener una visión global de la realidad a partir de sus partes constituyentes. Este descuido ha impedido a la ciencia adquirir un conocimiento complejo de nuestro organismo a través de esos elementos más simples encontrados por análisis.
De la unión entre el dualismo, mecanicismo y racionalismo nace el paradigma médico dominante en la actualidad, también conocido como paradigma o modelo biomédico.
MODELO BIOMÉDICO
La concepción dualista de Descartes sigue vigente dentro del modelo biomédico, predominante en la práctica médica de nuestros días. Según esta perspectiva, la mente no puede causar alteraciones funcionales y, mucho menos, orgánicas en nuestro cuerpo.
El mecanicismo y racionalismo analítico aportan al modelo su postura relativa a la enfermedad. Desde esta perspectiva, la enfermedad sería el resultado del movimiento alterado de los elementos materiales más simples del organismo: los átomos y las moléculas. Es decir, que la alteración de las reacciones físico-químicas sería la responsable última de lo que conocemos como enfermedad.
[bctt tweet=»La mayoría de los psicólogos tratan la mente como separada del cuerpo, un fenómeno con apenas conexión con el cuerpo físico. Inversamente, los médicos tratan al cuerpo como desvinculado de la mente y las emociones. -Candace Pert-» username=»»]RENACER DE LA UNIDAD CUERPO-MENTE. EL EMBRIÓN DE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA
A lo largo del siglo XX, una serie de descubrimientos han revelado la conexión del cuerpo y la mente. Por una parte, en el campo de la psiquiatría/psicología aparece la medicina psicosomática. Léase Somatización emocional, lo que el cuerpo revela Por otra parte, en el ámbito de la medicina propiamente dicha, surge la Psiconeuroinmunología. Lo que tiene lugar es un acercamiento de la ciencia de la mente hacia lo corporal; y de la medicina en general hacia la esfera de lo mental.
A principios del siglo XX, Walter Cannon, profesor de fisiología de Harvard, comienza a estudiar la influencia de las percepciones y emociones sobre el sistema nervioso autónomo. En experimentos animales descubre que una emoción puede paralizar completamente el movimiento peristáltico del estómago. Para el investigador supuso un gran hallazgo, aunque es de conocimiento antiguo y popular que una emoción nos puede “cortar la digestión”.
En su obra “La sabiduría del cuerpo”, Cannon acuña el término Homeostasis. La homeostasis no es ni más ni menos que el estado de equilibrio o armonía interna del organismo. Supongo que resonará en su mente, estimado lector, el equilibrio de Hipócrates. Son conceptos muy similares, aunque los mecanismos que conducen al equilibrio sean explicados de modo diferente por autores de tiempos tan distantes.
Hans Seyle, de la Universidad de Montreal, descubrió a mediados del siglo XX los mecanismos adaptativos que ponen en marcha los organismos cuando son sometidos a agresiones. Toda agresión interna o externa al organismo que altera su homeostasis (equilibrio) se considera estrés. Otra vez la palabra equilibrio. Pues bien, el organismo agredido por un estresor recobra el equilibrio a través de lo que Seyle denominó Síndrome de Adaptación General (SAG) en el que juegan un papel esencial el sistema nervioso y el sistema endocrino.
SÍNDROME GENERAL DE ADAPTACIÓN ANTE ESTRÉS PSÍQUICO
Cualquier agresión al organismo es considerada estrés. Puede ser una agresión física (frío, calor), traumática, química, etc. Pero para el caso que nos concierne prestaremos atención a la agresión psíquica.
Lo que Seyle demostró en sus investigaciones fue la influencia de la mente sobre el cuerpo. Sus estudios le llevaron a concluir que un estrés psicológico puede hacernos enfermar.
Suponga un estímulo psíquico estresante, como un despido laboral. Habitualmente, la persona percibe el estímulo como una agresión, que desequilibra su mundo y que genera emociones negativas. Ni que decir tiene que el desequilibrio del mundo exterior se acompaña del desequilibrio de medio interno. Recuerden la sentencia hermética “como es arriba es abajo”.
En seguida se pone en marcha el SAG. Si desea saber más sobre este mecanismo adaptativo, lea Adaptógenos: olvide el estrés y la fatiga.
NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA
A partir de ese momento, se realizaron todo tipo de investigaciones sobre las interacciones y comunicación entre el cerebro (emociones,…) y los sistemas responsables de la homeostasis (nervioso, inmune y endocrino).
INTERRELACIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO Y ENDOCRINO
A principios del siglo XX, la ciencia era consciente de la ingente cantidad de información necesaria para el mantenimiento de la coherencia y complejidad del organismo humano. Se sabía que los sistemas nervioso y el endocrino jugaban un importante papel en la regulación y control del organismo humano. El primero procesa y transmite información electroquímica y el otro, mediante moléculas químicas llamadas hormonas.
A la sazón, se creía que eran sistemas de funcionamiento autónomo. Se desconocía la conexión entre los sistemas nervioso y el endocrino. Fue Aschner quien verificó el primordial papel conector del área cerebral denominada hipotálamo. Estudios posteriores demostraron el funcionamiento conjunto del hipotálamo (sistema nervioso) y la hipófisis (sistema endocrino) en la regulación del estado de equilibrio (homeostasis).
INTERRELACIÓN ENTRE EL SISTEMA PSICONEUROLÓGICO E INMUNITARIO
Hasta mediados del siglo XX, el sistema inmunitario era considerado como un sistema de defensa esencialmente autónomo. Nuevas investigaciones revelaron las relaciones con el sistema nervioso.
En 1952, Andor Szentivanyi y Filipp Geza describieron cómo el sistema nervioso modula la respuesta del sistema inmunológico a través de mecanismos mediados por el hipotálamo.
Se descubrió que la estimulación eléctrica y lesiones en áreas cerebrales (como el hipotálamo) producen alteraciones en la función inmune de leucocitos y linfocitos.
Asimismo, factores estresantes de tipo psicológico pueden activar.
- En primera instancia, el sistema nervioso simpático y la médula adrenal estimulando la función inmune.
- Más tarde, el hipotálamo, a través de la hipófisis, estimula la corteza adrenal y se segrega cortisol. Esta hormona inhibe el sistema inmunitario. Más tarde se descubriría también la implicación del sistema límbico en este proceso.
El profesor de psiquiatría de la Universidad de California, George Solomon, descubrió en la década de los 60 que las situaciones estresantes producían una disminución de los anticuerpos. Además, fue el primero en acuñar un término para denominar la disciplina naciente: psicoinmunología.
En 1975, el psicólogo Robert Ader y el inmunólogo Nicholas Cohen, demostraron que el sistema psiconeurológico puede regular y condicionar la respuesta del sistema inmunitario. En vista de su descubrimiento modificaron la denominación de la disciplina: Psiconeuroinmunología.
Más recientemente se han descubierto otros mediadores químicos que conectan el sistema nervioso e inmunológico. Ambos sistemas comparten un lenguaje análogo: Hormonas, neurotransmisores, neuropétidos, citoquinas,… que viajan entre ambos sistemas transportando información.
Los neuropéptidos
Los neuropéptidos son mensajeros químicos que mueven información por nuestro cuerpo. En los años 80, la psicofarmacóloga estadounidense, Candace Perl, demostró la relación entre las emociones y la información transportada por los neuropéptidos. De ahí que los denominase «moléculas de la emoción«.
Asimismo, descubrió que tanto las células de sistema inmune como las del cerebro comparten receptores específicos para neuropéptidos. Este hallazgo insinúa la influencia de las emociones sobre el sistema inmunitario. Seamos más concretos. Si un pensamiento negativo genera una emoción negativa, el mensajero trasportará al sistema inmune una información que lo debilitará. Y al revés.
[bctt tweet=»el cuerpo y la mente no están separados y no podemos tratar de entender a uno sin el otro. -Candace Pert-» username=»»]Influencia recíproca
Por lo mencionado hasta ahora puede dar la impresión de que es el sistema psiconeurológico el que gobierna al inmunitario. En realidad, se modulan entre sí de modo recíproco.
Se sabe que el sistema inmunológico puede afectar a la función psicológica, así como al sistema nervioso y endocrino. Las interleucinas (un tipo de citoquina segregada por los glóbulos blancos) pueden tener un efecto activador sobre el eje Hipotalámico-Hipofisario-Adrenal. Se han hallado receptores para la IL-1, la IL-2 y el TNF (Factor de Necrosis Tumoral) en múltiples áreas del sistema nervioso central, incluyendo al hipotálamo, hipocampo y tronco cerebral. En particular la IL-1 parece ser un importante mensajero entre el sistema inmune y el eje HHC.
Se ha descubierto que los linfocitos producen neuropéptidos que se pensaba eran exclusivos de la hipófisis y otras regiones cerebrales.
El sistema inmunológico se relaciona con alteraciones en la función neurofisiológica, neuroquímica y neuroendocrina de las células del cerebro. Se sabe que las citoquinas provocan cambios de humor similares a los que padecen enfermos con depresión. Concretamente, las citoquinas proinfamatorias inducen alteraciones en la función psicológica tales como: evitación social, deterioro cognitivo, anhedonia, etc.
INTERRELACIÓN ENTRE EL SISTEMA ENDOCRINO E INMUNITARIO
En 1985, J.E. Blalock descubrió un circuito de comunicación bidireccional entre el sistema inmune y el endocrino. Este hallazgo fue sorprendente, pues siempre se había creído que ambos eran sistemas orgánicos independientes.
Las citoquinas son poderosas moduladoras de la hormona liberadora de hormona adrenocorticotropa (CRH), sintetizada en el hipotálamo, la cual produce activación del eje HHA caracterizada por incrementos de ACTH y cortisol. Si ya ha leído Adaptógenos: olvide el estrés y la fatiga, sabrá la función del citado eje. Pues bien, el sistema inmunitario también está involucrado en la respuesta fisiológica al estrés.
ÚLTIMOS DESCUBRIMIENTOS EN PSICONEUROINMUNOLOGÍA
Desde que a principios del siglo XX se recuperara el interés sobre la relación cuerpo-mente, las investigaciones se han dirigido en una sola dirección: cómo los pensamientos y emociones afectan a las respuestas fisiológicas.
Psicólogos tan célebres como Paul Ekman o Amy Cuddy han aportado su granito de arena a la Psiconeuroinmunología. Han demostrado que el circuito funciona también en sentido contrario. El cuerpo puede incidir en la respuesta emocional. Así era postulado por los médicos de la antigüedad griega y hoy se ha redescubierto aquella sabiduría. Sonreír disminuye la secreción de cortisol, incrementa la de endorfinas y linfocitos T. Por el contrario, fruncir el ceño, incrementa la secreción de cortisol y la tensión arterial.
En el siguiente vídeo, la psicóloga social Amy Cuddy nos responde a la pregunta sobre si el cuerpo puede influenciar en la mente.
LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA: TODO ESTÁ CONECTADO
Los descubrimientos de la Psiconeuroinmunología ponen en entredicho el paradigma Biomédico. Existe una estrecha, íntima y compleja interrelación entre todos los sistemas biológicos. Interrelación que ha permanecido oculta a los ojos de la ciencia médica como resultado de su afán desmedido por separar los elementos de la realidad para poder estudiarlos.
Gracias al esfuerzo de síntesis llevado a cabo por especialidades diversas, tales como la psicología, inmunología, neurociencia, fisiología, psiquiatría, endocrinología, etc., podemos reconocer un vínculo fuera de toda duda entre la mente y el resto del cuerpo. A la luz de la amplia y rigurosa evidencia se ha comenzado a desmoronar el reinado de la medicina dogmática. Esa medicina que considera al cuerpo y la mente como compartimentos estancos sin conexión.
El sólido corpus teórico y experimental acumulado demuestra que los sistemas psiconeurológico (mente y sistema nervioso), endocrino e inmunológico se encuentran interconectados entre sí. No son bloques separados, sino que se hallan en constante e íntima comunicación. Constituyen un complejo sistema de procesamiento de información que se encuentra, a su vez, en permanente y continua interacción con el entorno o medio ambiente.
Este gran sistema se encarga del mantenimiento del estado de equilibrio interno del organismo. La denominada homeostasis. Y es que la pura lógica nos dice que deben existir vías de comunicación, en diferentes direcciones, que permitan la coordinación necesaria entre los sistemas encargados del mantenimiento del estado de armonía.
Y la lógica nos dice también que la comunicación requiere un lenguaje único. Pues bien, entre los sistemas mencionados existen circuitos de comunicación bidireccionales que parecen compartir el mismo lenguaje. Se ha descubierto que los mediadores químicos responsables de la comunicación no son exclusivos de un sistema, sino que pueden transportar información por todo el cuerpo, de un sistema a otro.
HACIA UN NUEVO PARADIGMA
El resurgimiento de la concepción holística del ser humano de la mano de la Psiconeuroinmunología ha constituido un paso de gigante para la humanidad. Aunque en nuestra opinión aún falta mucho camino por recorrer.
La Psiconeuroinmunología ha demostrado la integración de los distintos sistemas orgánicos entre sí. Integración necesaria para el mantenimiento de la complejidad y coherencia del organismo. Asimismo, nos ha revelado los circuitos y el lenguaje a través de los que la información circula entre los distintos sistemas. Sin embargo, sólo nos muestra un soporte sobre el que cabalga la información: el bioquímico. Esto es, moléculas interactuando a nivel local.
Desde nuestro punto de vista, los sistemas de control y regulación, basados en la interacción local de partículas y moléculas como vía de transmisión de la información necesaria para la vida, no pueden dar cuenta del complejísimo funcionamiento del organismo. Para el mantenimiento de las miles de reacciones físico-químicas coordinadas que tienen lugar por segundo en cada una de nuestras células se requieren más que moléculas circulando por el organismo.
[bctt tweet=»Investigaciones científicas están demostrando que el cuerpo puede y debe ser curado a través de la mente, y la mente puede y debe ser curada a través del cuerpo. -Candace Pert-» username=»»]LOS CAMPOS ELECTROMAGNÉTICOS Y CUÁNTICOS
Para el mantenimiento del complejo equilibrio orgánico, se hacen precisos procesos de transmisión y procesamiento de información que, como mínimo, alcancen la velocidad de la luz. Los campos electromagnéticos cubrirían a la perfección esta misión. Aunque sería más eficaz algún proceso que trascienda las limitaciones impuestas por las leyes de la física clásica. Tal es el caso del entrelazamiento cuántico.
No son pocos, de hecho cada vez son más, los científicos que piensan que las partículas que constituyen nuestro organismo se hallan entrelazadas cuánticamente. De este modo, la disponibilidad de información sería instantánea a través de las distancias de la economía orgánica. La información no se transmitiría y recibiría exclusivamente de forma local (bioquímica), sino no-local o cuántica. Pero “… esto es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión…”
P´REZ&MÜLLER
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