LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

Alimentación de los homínidos
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Ahora le toca el turno a la alimentación de los homínidos. Este post se encuentra en la línea de otros anteriores, que tienen el propósito último de desentrañar el dilema dietético. Según el diccionario de la Real Academia Española, una de las acepciones para el término dilema es duda. A una descomunal duda se enfrenta cualquier espíritu inquieto que desea saber con certeza cómo confeccionar una dieta óptima.  

Como sabrá, si nos ha venido leyendo, la hoja de ruta de nuestra búsqueda es la denominada naturaleza humana. Término que vendría a ser equivalente para muchos a información genética. Esa información que no ha variado nada desde hace cientos de miles de años. Que puede rastrearse, en parte, hasta tiempos muy, muy remotos y determina nuestra alimentación. Sin duda le resultarán conocidas las expresiones “somos vegetarianos por naturaleza”, “nuestra naturaleza nos impulsa a comer carne”, “los cereales y las legumbres son dañinos para nuestra naturaleza”, etc.

Familia de homínidos

Familia de homínidos.

NUESTRO OBJETIVO

Conocer las dietas de nuestros antepasados nos proporcionará alguna pista sobre esa naturaleza humana. Esa información genética que determina lo que hemos de comer. Le adelantamos de antemano que nosotros no estamos tan seguros de la existencia de la naturaleza humana determinante.

Con el objetivo en mente de solventar la duda, hemos realizado hasta el momento un par de análisis. Por una parte, analizamos la alimentación de los primates. Estos son los animales más parecidos genéticamente a nosotros y representantes análogos de nuestros ancestros más remotos. Por otra parte, estudiamos a los cazadores-recolectores por tratarse de la analogía viviente de nuestros antepasados del Paleolítico.

Hemos demostrado que los primates son esencialmente omnívoros, aunque su dieta esté dominada por los vegetales. Asimismo, su alimento varía de un lugar a otro en función de las condiciones medioambientales. No son iguales las dietas de los primates de la selva, de la sabana y de la montaña. Para más información léase La alimentación de los primates y la dieta saludable.

Hemos argumentado que la dieta de los cazadores-recolectores difiere según el lugar y varía de un año a otro (incluso de un mes a otro) como consecuencia de ciertos factores ecológicos. Entre ellos destacan el clima y los recursos hídricos. Estos factores son los que fundamentalmente determinan la distribución de las especies animales y vegetales. Por tanto, la composición de la dieta varía según la disponibilidad de recursos del ecosistema. Para más información léase La dieta paleolítica. El mito de los cazadores-recolectores.  

De los análisis expuestos hasta el momento se desprende que son los factores ecológicos (externos) y no tanto los genéticos (internos) los que juegan un papel limitante y decisivo en nuestra alimentación.

Veamos qué nos enseña al respecto la alimentación de los homínidos

La alimentación de los homínidos: genética, ambiente o ambas

La alimentación de los homínidos: ¿genética, ambiente o ambas?

¿QUIÉNES SON LOS HOMÍNIDOS?

Habitualmente se han designado como homínidos a los primates erguidos y de locomoción bípeda. Por tanto, nosotros somos homínidos.

De acuerdo con la clasificación actual, los homínidos han pasado a denominarse homininos. Dentro de la subtribu zoológica hominina destacan los géneros ardipitecus, australopitecus, parantropus y homo. A día de hoy sólo la especie homo sapiens sobrevive. El resto se extinguió en algún momento del pasado remoto. Con todo, nosotros continuaremos denominándoles homínidos.

A los homínidos más antiguos (ardipitecus, australopitecus y parantropus) les llamaremos genéricamente arcaicos. A ellos vamos a dedicar este post. Estos presentan características que los acercan más a otros miembros de la familia de los grandes simios (gorilas, chimpancés, orangutanes- a estos se les denomina actualmente homínidos) que al linaje humano. 

De nuestro análisis excluimos al Australopithecus Afarensis y a las distintas especies de Parantropus por no pertenecer a nuestra línea evolutiva, según el esquema de J.L Arsuaga e I. Martínez. Tampoco describiremos la dieta del Orrorin tugenensis (o Millenium Man), que habitó la selva africana hace 6 millones de años. Aún no está claro si era bípedo y, por tanto, un homínido.

TRANSFORMACIONES ECOLÓGICAS EN EL ORIGEN DE LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

Los homínidos arcaicos son tan antiguos que debemos remontarnos hasta el Plioceno, hace unos 5 millones de años. Pero antes de desmenuzar el meollo del asunto nos iremos más atrás en el tiempo para analizar la causa de la aparición de estos peculiares primates bípedos.

Una serie de movimientos geológicos, ocurridos hace 20 millones de años, transformaron la orografía del este de África. Así apareció el célebre valle del Rift. Se trata de una gran fractura y hundimiento del terreno, con una cadena montañosa que lo limitaba por el oeste y lo separaba para siempre el occidente continental. Las lluvias procedentes del Atlántico chocaban con las elevaciones montañosas y ya no llegaban al valle. El clima de esta región se hizo más árido y los bosques comenzaron a disminuir y a fragmentarse.

Un par de millones de años antes de la aparición de los homínidos, a finales del Mioceno, hace unos 7,5 millones de años, la aridez del valle se incrementó aún más. La causa fue un brusco enfriamiento del clima terrestre y movimientos geológicos que hicieron más acusada la fractura del valle del Rift. Esta tendencia al enfriamiento continuó durante el Plioceno, momento en que el paisaje ya no era lo que había sido. Los bosques húmedos comenzaron a reducirse radicalmente y dieron paso al cada vez más abundante bosque seco. Más tarde se fueron abriendo camino paulatinamente las regiones no forestales, abiertas, cada vez más amplias, dominadas por plantas esteparias.

Las transformaciones paleogeológicas y paleoclimáticas dieron origen al nuevo entorno ecológico del Plioceno. Estos cambios fueron probablemente el motor evolutivo que motivó la aparición de los primates bípedos. Y, por supuesto, la evolución de la alimentación de los homínidos.

Cambios ecológicos modificaron la dieta de nuestros antepasados

Los bosques húmedos dieron lugar a los secos y finalmente a las sabanas.

LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

A continuación trataremos de exponer qué comieron nuestros ancestrales antepasados, los homínidos del plioceno. Veremos si tanto la composición de sus dietas como su variación obedecen a las mismas circunstancias ecológicas que las descubiertas en la alimentación de los hombres y mujeres del presente etnográfico.

EL PRIMER HOMÍNIDO: ARDIPITHECUS RAMIDUS

El primer homínido vivió hace unos 4,5 millones de años: se trata del Ardipithecus ramidus. Optó por no asomar la nariz mucho fuera del bosque húmedo. La ausencia de estacionalidad en la selva debía proporcionarle un suministro constante de alimento vegetal. El análisis de los isótopos del esmalte y de las microestrías dentarias indican que siguió una dieta vegetal blanda. Eso sí, acompañada de algunos alimentos de origen animal (tal vez insectos, larvas,…) de los que obtendrían las proteínas.

Hasta aquí todo apunta a una dependencia de los vegetales blandos. Exactamente como la que caracteriza a los primates que habitan la selva en la actualidad: frutas, brotes, tallos, etc. 

No obstante, la dentadura del Ardipithecus proporciona más información. Ciertas características anatómicas la diferencian de la de los actuales grandes simios. Aunque el tamaño de los incisivos es parecido, los caninos son más reducidos. Asimismo, presentan una mayor robustez de la anatomía del aparato masticador (el esmalte tiene más grosor y las muelas son más grandes). Esta diferencia indica la adaptación a una dieta de alimentos más duros y abrasivos. Tenga en cuenta que cuanto más duro es un alimento, más prolongada debe ser la masticación. De ahí la robustez de su anatomía masticatoria

La robustez podría estar relacionada con la paulatina aridificación del hábitat y con la consiguiente transformación de la dieta. Su alimentación incluiría muy probablemente, al menos en ciertos periodos del año, alimentos como raíces, bulbos, tubérculos, semillas, etc. 

En cuanto al alimento de origen animal cabe preguntarse si cazarían como los chimpancés y otros primates. O tal vez se limitasen a consumir insectos y otros pequeños vertebrados.

Alimentación del Ardipithecus ramidus

Ardipithecus ramidus.

LA DIETA DEL AUSTRALOPITHECUS ANAMENSIS

Este homínido anduvo en las regiones forestales secas de África oriental hace poco más de 4 millones de años. Los fósiles evidencian una reducción de los incisivos y caninos y un incremento de la robustez de los molares. Esta anatomía masticatoria revela una enorme aptitud para triturar alimentos duros y correosos.

Los hallazgos coinciden con los resultados de los análisis de microestriación del esmalte dentario. Es decir, indican una dieta compuesta de productos más duros. Por tanto, A. anamensis consumió abundantes alimentos duros y abrasivos, de masticación lenta y laboriosa, más típicos de las plantas herbáceas de los espacios abiertos. Tales son los tubérculos, semillas, granos, bulbos, etc. Dieta muy parecida a la de los babuinos y monos verdes que habitan en las sabanas arbustivas actuales.

Además, A. anamensis incorporó una proporción nada desdeñable de productos más blandos de las zonas forestales. Tales son los frutos, hojas, brotes, tallos, flores, etc. Por tanto, explotó los recursos de regiones que no eran ni abiertas (sabana) ni cerradas (bosque). Esto es, de áreas semicerradas (bosque seco con claros) y con cierta estacionalidad. No cabe duda de que el entorno ecológico condicionó y puso límites a la composición de su dieta.

Sin embargo, los análisis de los isótopos del carbono evidencian una dieta mixta. Sus huesos contienen una proporción importante de carbono pesado (C13). Menor que la de los mamíferos herbívoros de la sabana, pero mayor que la de los habitantes del bosque. El C13 pudo llegar a los huesos de A. anamensis a través de los vegetales de los espacios abiertos. Aunque existe otra opción, a saber, el consumo de la carne de los mamíferos que pastaban en ellos. De hecho, las herramientas de piedra encontradas en los yacimientos hacen sospechar que si no cazaba, carroñeaba de buen seguro. 

Alimentación del Australopithecus anamensis

Australopithecus anamensis.

LA ALIMENTACIÓN DEL AUSTRALOPITHECUS AFRICANUS

Según J.L. Arsuaga e I. Martínez, el A. africanus no pertenece a la línea evolutiva humana. Sería un descendiente de una especie desconocida intermedia entre el A. anamensis y el A. garhi. Aun así lo introducimos en este post. Tal vez pueda revelarnos información sobre la alimentación del homínido aún no hallado.

El A. africanus habitó en entornos ecológicos forestales del sur de África hace entre 3,2 y 2,5 millones de años. Serían bosques más abiertos, con una estacionalidad más marcada. En ellos los recursos alimenticios de origen vegetal escasearían, sobretodo en la estación seca. Como resultado, la dieta se diversificó introduciendo una mayor proporción de alimentos propios de los espacios abiertos. Tales como bulbos, raíces, tubérculos, semillas y granos.

Por otro lado, el análisis de isótopos nos proporciona un dato aún más interesante en relación con la ampliación de la dieta. A. africanus consumió una importante cantidad de alimentos de origen animal. Aunque tal vez no dependiera de la carne para sobrevivir, no nos cabe duda de que, dada la rigurosidad de su hábitat, no perderían la oportunidad de darse un buen festín de termitas, hormigas y carroña.

En nuestra opinión, A. africanus podría haberse dedicado a la captura de pequeños mamíferos. Tenga en cuenta que los chimpancés desprecian la carroña y son tanto más aficionados a la carne cuanto más severo es su hábitat. De ahí que no sea descabellado pensar que estos homínidos también se inclinaran por la caza y desplazaran el carroñeo a una actividad marginal.

Alimentación del Australopithecus africanus

Australopithecus africanus.

LA DIETA DEL AUSTRALOPITHECUS GARHI

La sabana siguió extendiéndose a expensas de los bosques, proceso que se agudizó hace unos 2,5 millones de años. En ese tiempo aparece en África oriental un nuevo homínido, el Australopithecus Garhi. La anatomía de su aparato masticador muestra una adaptación a los alimentos duros de la sabana. Por tanto, su dieta incluiría raíces, tubérculos, rizomas, granos, semillas, etc. El análisis isotópico del esmalte dental confirma lo revelado por sus características anatómicas. 

Junto a los restos fósiles de A. garhi se han encontrado herramientas de piedra, además de huesos rotos de herbívoros y con signos de cortes. Este hallazgo lleva a pensar que se valió de dichos útiles para descarnar las piezas y acceder al energético tuétano.

Este descubrimiento no sería inconsistente con la proporción de carbono pesado hallada en su esmalte dental. Una elevada proporción de carbono pesado (C13) es típica de los herbívoros consumidores de plantas arbustivas y herbáceas. No obstante, también puede llegar a los huesos de los carnívoros al alimentarse de los animales que pastan en la sabana.

Australopithecus cazando

Una partida de caza de Australopithecus.

HIPÓTESIS CLÁSICA Y LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

No cabe duda de que la hipótesis clásica sobre la alimentación de los homínidos es totalmente plausible. Describe a los australopithecus como primates que dependen de productos de origen vegetal, ya sean duros o blandos. Sin embargo, nos resulta incomprensible que se hable poco de su consumo de productos de origen animal. Bien pareciera que, a excepción del A. Africanus y del A. garhi, ningún otro miembro del género probó bocado de carne. 

La hipótesis clásica postula que los homínidos habrían sido unos seres de tímido carácter. Unos animales temerosos, que habrían hurtado algún pedazo de carroña y no cazadores de tomo y lomo.

Nosotros no opinamos lo mismo con base en las analogías. Los primates vivientes se alimentan con gusto de insectos, huevos y dedican a la caza un tiempo nada despreciable. De hecho, les encanta la carne. Los primates de hábitats abiertos, como babuinos y mandriles de la sabana, cazan vertebrados de tamaño considerable. Incluso los chimpancés del bosque, que disponen de alimento vegetal todo el año, conceden a la carne un valor importante. ¿Por qué no pensar que los Australopithecus habrían hecho lo mismo?

No queremos insinuar que fueran cazadores experimentados Aunque los chimpancés despliegan estrategias que avergonzarían al más pintado cazador. Simplemente, nos inclinamos a pensar que cazarían para proveerse de carne. Una razón suficiente para nuestra hipótesis es la dispersión e inestabilidad de los recursos vegetales de sus hábitats. ¿No creen plausible que en ambientes cada vez más abiertos y estacionales, los australopithecus incluyeran en sus dietas productos de fuentes animales?

HAGAMOS UNOS EJERCICIOS MENTALES

Ponga en marcha su imaginación. A Einstein le encantaban los ejercicios mentales en los que intervenía la imaginación. De hecho, su teoría de la Relatividad General fue el resultado final de uno de sus ejercicios.

Trate de imaginarse en el pellejo de un Australopithecus, habitante de una inhóspita región. La marcada estacionalidad (por ejemplo, una sabana) determina una estación seca de recursos muy limitados. Suponga que de repente hace aparición una hada misteriosa que le ofrece la posibilidad de escoger entre dos opciones dietéticas.

  • Un surtido de vegetales duros y correosos, de difícil masticación y algo indigestos, como tubérculos, bulbos, raíces, granos y semillas.
  • Uno de frutas dulces, brotes y tallos tiernos.

Ejercicios mentales

Otro ejercicio más. Suponga la misma situación: un hábitat difícil, donde el alimento escasea. En este caso el hada le ofrece vegetales duros y carne. ¿Qué escogería en cada uno de los ejercicios mentales?

CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS

Le daremos unas explicaciones para que usted pueda sacar sus propias conclusiones. Es cierto que el aparato masticador de los homínidos era robusto. Esa anatomía parece indicar una especialización en el consumo de vegetales duros. Sin embargo, hay pruebas de que sus dietas incluyeron otros alimentos como frutas, brotes y tallos tiernos. E incluso alimentos de origen animal. ¿Por qué? Le daremos una respuesta. Pudiera ser que la anatomía no sea el destino. Ni siquiera los genes, querido lector. Tal vez sólo el instinto de supervivencia permanezca inscrito en nuestro genoma desde siempre. Y eso es lo que sucedió. La alimentación de los homínidos  es el resultado del intento de sobrevivir. 

ESPECIALIZACIÓN DIETÉTICA VERSUS OPORTUNISMO

La especialización reduce la posibilidad de adaptarse a los cambios y sobrevivir a las nuevas condiciones ambientales. Los herbívoros, por ejemplo, son especialistas. El primer homínido era ya generalista y probablemente sus antecesores lo fueran. Esto significa que aprovechaba un amplia variedad de recursos alimenticios. En adelante se iniciaría un proceso de cambio hacia un generalismo y oportunismo más marcado.

Los homínidos se encontraron en hábitats más rigurosos que la selva. En ellos, los alimentos estaban más dispersos, eran menos predecibles y escaseaban. Debían sobrevivir y para ello tuvieron que masticar alimentos duros y correosos, al menos durante buena parte del año. En esa situación sus genes cambiaron y con ellos su anatomía. Sin embargo, cuando estuvieron a su alcance, consumieron alimentos más apetecibles, como las frutas. O alimentos densamente nutricionales y energéticos, como la carne. Este comportamiento oportunista de los homínidos nos indica que la anatomía no es el destino. Ni los genes una determinación irracional.

Los homínidos escogieron su alimento de modo muy racional y ni los genes ni la anatomía tuvieron que ver en ello. Una elección racional que enfatizó el valor energético y nutricional de la carne sobre los vegetales en un entorno hostil. O una que enfatizó la digestibilidad y el gusto de las frutas sobre las raíces.

¿QUÉ DEBEMOS COMER? CONCLUSIÓN

Aún no ha llegado el momento de sentar una conclusión final. Habrá que continuar avanzando y analizar la alimentación del género humano (homo) a lo largo de su evolución. Hasta el momento sólo podemos afirmar que todas las evidencias recogidas apuntan en una misma dirección. En este post hemos descubierto que la alimentación de los homínidos no parece ser el resultado ineludible de la anatomía ni de los genes. Antes bien parece ser la consecuencia de las condiciones ecológicas de los entornos locales.

Si la dieta ha variado, la cuestión de una naturaleza humana inmutable se tambalea. Y si la razón de la variación dietética tiene que ver con factores ecológicos, la cuestión de los genes dominando el escenario alimenticio se hace pedacitos.

Aquí lo dejamos por hoy. Aún queda mucho por indagar. Así que si lo desea, puede leer La dieta del Homo habilis, el primer cazador recolector humano. Homo habilis fue el protagonista de la Primera Gran Transición Alimentaria.

Más tarde puede continuar con La alimentación del Homo erectus autor de la Segunda Gran Transición. Si aún le quedan ganas, lea La alimentación del Homo sapiens en el Paleolítico. Y para terminar, La alimentación del Homo sapiens en el mesolítico

P´REZ&MÜLLER

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4 Comments on “LA ALIMENTACIÓN DE LOS HOMÍNIDOS”

  1. Somos veganos. La carne animal lleva impregnada la emoción de terror que padece el animal cuando muere. Por eso Jesús decía a los esenio que nos alimentasemos sólo de frutas, verduras y granos de temporada.
    Hoy en día cuando alguien enferma debe dejar de comer carnes (esto lo dice la medicina).
    La supervivencia llevo al hombre a comer lo que fuese, pero no quiere decir que fuese ni su dieta ni saludable. ¿Porque se digieren tan mal las carnes sino?
    El post genial, mi conclusión… deberíamos ser veganos, a pesar de que el cuerpo sea capaz de asimilar casi todo, la alimentacion puede curarte y enfermarte.
    Un abrazo.

    1. Hola, George. Gracias por tu comentario. Has traído temas muy interesantes a los que iremos tratando de dar respuesta poco a poco a lo largo del tiempo. Trataremos la digestibilidad de los alimentos, el uso del fuego y la cocción, así como el asunto de la dieta desde la perspectiva espiritual. Le adelanto que, en efecto, el hombre fue diseñado para alimentarse de productos vegetales, pero… Todo cambió. Reciba un cordial saludo.

  2. La ignorancia, no tiene límites y es imperdonable, pues lleva inevitablemente a la estupidez humana. EL SER HUMANO ES OMNÍVORO, PUNTO; recontra demostrado por la ciencia.

    1. Hola, Esteban. Las pruebas que hasta el momento hemos aportado desde Humanidad Alfa en diferentes post apuntan en ese sentido. Somos omnívoros. No obstante, es preciso continuar indagando para determinar en qué proporción debemos introducir los alimentos de origen animal en nuestra dieta saludable. Un saludo.

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