LA REVOLUCIÓN. EL GRAN ENGAÑO (PARTE I)

Revolución, el gran engaño
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La Francia de 1799 era otra muy diferente de la de diez años atrás. Una década bastó para que la revolución creara un nuevo paradigma social. Vamos a echar por tierra todo lo que aprendió en sus clases de historia en el colegio, durante el bachiller (high school) o, en el caso de algunos, durante la universidad.

Esto no pretende ser otro tratado de historia más, al contrario, vamos a contarle algo que presentado a la mayoría, primero lo negaría, luego lo ridiculizaría, más tarde lo atacaría y por último, cuando fueran tan evidentes y abrumadoras las pruebas, tan sólo unos pocos lo aceptarían.

No nos propusimos despertar a los necios, únicamente ayudamos a despertar a los que desconocen lo real.

LA REVOLUCIÓN NO ES ESPONTÁNEA

Los amos del mundo además de poseer una gran inteligencia y una gran sutilidad, son cínicos, tienen determinación y una total y absoluta falta de empatía: no tienen escrúpulos. Son unos auténticos psicópatas y actúan desde la sombra. Los que ejecutan sus órdenes son los cargos políticos electos, esas caras visibles o marionetas movidas por la mano que realmente mece la cuna.

Y esto nos lleva a mostrarle la auténtica cara de la historia. El espacio – tiempo es un absoluto que sólo tiene sentido para el ser Humano en sentido literal, pero no deja de ser un artificio para nuestras limitadas mentes, aprisionadas en esta prisión celular llamada cuerpo. El espacio y el tiempo no existen y si a eso le añadimos que los vencedores, léase los amos del mundo, reescriben constantemente la historia, ya tenemos la manipulación perfecta.

[bctt tweet=»Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro – George Orwell» username=»»]

Nunca en la historia reciente de la Tierra, ha surgido una revolución espontánea como consecuencia de los estragos de cualquier método de sumisión (perdón, quisimos decir gobierno) usado contra el pueblo. Y nos referimos a cualquier régimen, ya sea monarquía, república, imperio o dictadura. En la actual democracia (déjenos que nos riamos un poco porque no hay concepto más corrompido que éste y lo que representa), los partidos políticos son, ni más ni menos, que instrumentos de disidencia controlados por diversas facciones masónicas o logias.

Pero la masonería no es otra cosa que un simple escalón o peldaño de la pirámide donde, jerárquicamente, como soldados, ordenan y obedecen para sumir al ser Humano en la más profunda de las oscuridades. Ellos desean una masa de esclavos y una élite que lo pueda todo.

Ejecución de Marie Antoniette en la plaza de la revolución.

Ejecución de Marie Antoniette en la plaza de la revolución.

LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ

La revolución francesa reúne las máximas y principios de la masonería internacional. Su lema -… libertad, igualdad, fraternidad…- no fue una casualidad. En la Francia de finales del s. XVIII las masas de ciudadanos no tomaron al asalto las armas almacenadas en la prisión conocida como la Bastille Saint-Antoine para librarse de su destino.

Fueron manipulados para creer que el rey era el único responsable de su hambre. La población de París estaba convencida de que la monarquía fue la causante de sus desdichas. 

LA GUERRA DE LAS HARINAS

Ahora es cuando los historiadores, financiados por el mejor postor, le hablarán de la guerra de las harinas, bla, bla, bla. Como decía Ebenezer Scrooge de Charles Dickens – … paparruchas…- para borregos.

Un parisino del s. XVIII notaría a su alrededor que estaba al borde de una revolución y lo percibiría en las calles y en el ambiente. Un cambio de paradigma parecía abrirse paso a gritos desde esa guerra de las harinasEl conjunto de revueltas de mediados de 1775, inicialmente guardó relación con la subida inasumible del precio del trigo. Como en muchas culturas a lo largo de la historia, el pan era la base alimenticia. El ciudadano promedio se comía diariamente un 1 kg de pan (eran unos auténticos tragapanes) por lo que tenían una dieta con excesos de hidratos de carbono. Así que la subida del precio de este producto básico para la supervivencia, desencadenó tan apasionadas rebeliones que tuvieron que ser sofocadas por el ejército. 

La rebelión de las masas fue, en realidad, la manifestación de la crisis política y social de la realeza. No veló por el bienestar de sus súbditos, que era su obligación moral y mantuvo la inaceptable subida de los precios. El ministro Anne Robert Jacques Turgot, barón de L’Aulne, liberalizó los precios después de unas malas cosechas y esto fue el origen, entre otras razones, de la sucesión de los terribles motines callejeros.

NO DIGA REVOLUCIÓN, DIGA ROTHSCHILD

En principio, pareciera a simple vista que el viejo sistema, putrefacto y corrupto hasta los tuétanos, se tambaleaba y los hilos geopolíticos se deshacían como azúcar en un café caliente. Cada vez más gente despertaba de su letargo y levantaba la voz reclamando justicia y una redistribución más equitativa de las riquezas, desde la convicción absoluta, la rabia y la ira. Sólo tuvo que aparecer el símbolo de la guillotina.

Recuerde que, como si de en un interminable estado de alarma (ironía) se tratara, en aquellos días los gobernantes hacían y deshacían a sus anchas (el rey sol como paradigma del ególatra en su máxima expresión). La monarquía poseía un poder absoluto, así que para no perder el control de sus finanzas, los banqueros empezaron a financiar siempre a ambos bandos, en las constantes guerras en las que los reyes se involucraban. De esta forma, no sólo no perdían su dinero sino que mantenían sus cabezas pegadas al cuerpo.

ROT SCHILD

Por supuesto, a cambio de los créditos pedían tierras y/o títulos nobiliarios. El emporio financiero que nació con los Rothschild comenzó a cambiar el hecho de que los judíos no pudieran ser propietarios de negocios o propiedades.

Los Rothschild son una saga de banqueros y financieros a nivel mundial de origen judío, nacidos en Alemania, que operaron por toda Europa, llegando a ser nombrados nobles, como hemos dicho, por los gobiernos de Inglaterra y Austria. Es una de las dinastías más influyentes desde comienzos del siglo XIX. Pero sus orígenes se remontan a los jázaros ascendientes de los judíos askenazíes.

Nacido como Meyer Amschel Bauer (1744-1812), fue el fundador de la dinastía Rothschild. Su padre Moses, era un orfebre y comerciante de monedas. Asentado en el barrio judío (como no podía ser de otra manera) tenía colgado sobre la entrada de su negocio un escudo rojo (en alemán rot schild), origen del nombre Rothschild: el rojo era el color del pabellón de los judíos en el este de Europa. Cambió el original Meyer por la voz germánica Mayer y posteriormente adoptó el apellido Rothschild cuando heredó el antiguo negocio de su padre.

Meyer Amschel Bauer

Meyer Amschel Bauer

LA SAGA ROTHSCHILD

Rothschild envió a sus cinco hijos varones (tuvo también cinco hijas) a vivir en las capitales de distintos países europeos con la finalidad de controlar no sólo la banca de Frankfort, sino también la banca de Londres, París, Viena y Nápoles. Con los hijos de Mayer Rothschild repartidos por toda Europa, la dinastía inició el completo dominio europeo de las finanzas. Pero no sólo del dinero.

LA REVOLUCIÓN O LA GRAN MANIPULACIÓN

La revolución francesa (y no fue la única) es un claro ejemplo de manipulación histórica. Fue orquestada desde la sombra por los Rothschild y desde entonces, tras cada terrible revolución, se encuentran estos simpáticos filántropos que condenan todo lo que tocan. Pero no sólo eso, por supuesto controlan el hilo argumental y narrativo de la historia (en la actualidad no existe la prensa libre).

El sangrante paradigma de la época constituía un perfecto caldo de cultivo para la explosión de una revolución. Los súbditos del reino, prácticamente esclavos, vivían para trabajar de sol a sol y, sin embargo, su esfuerzo no servía para alimentar o vestir a los suyos. Eran diezmados a impuestos mientras los nobles vivían espléndidamente a mantel puesto y de fiesta en fiesta palaciega. Los gastos sobrepasaban las ganancias, así que pocos podían mantener sus negocios.

Y de repente estalló la revolución. Pero detrás de los nobles ideales se escudaban unos oscuros objetivos

UN ORIGEN ENGAÑOSO

¿Recuerdan la guerra de las harinas?. Pues imagine al pueblo sin pan y el hambre adueñándose de Francia. Y, como no podía ser de otro modo, el hambre se transformó en ira y rabia. Habían sido los Rothschild, quienes acapararon ingentes cantidades de grano dejando el disponible casi a cero y luego vendieron la mayor parte fuera de Francia (incluso escondieron el grano). Al borde de la bancarrota, la monarquía no estaba en posición de soliviantar el hambre y sobre todo, la cólera de sus súbditos.

Pero el analfabeto e inculto, y por tanto manipulable pueblo francés, no supo averiguar el origen de todos estos siniestros movimientos que originaron la revolución. A pesar de que la realeza, nobleza y el clero subyugaban a la plebe, no fueron ellos los causantes de la guerra de las harinas.

La financiación basada en la alta usura, fue también desencadenante de la guerra de los siete años (1756-1763) o de la participación de los franceses en el nacimiento de otra nación-estado masónico como es los USA de George Washington.

Gracias a su modus operandil, los Rothschild convirtieron en caótica la economía francesa de 1789. Las masas borreguiles no tenían la capacidad comprensiva, sólo hambre y rabia. Y los peones de los Rothschild, se encargaron de cargar las tintas contra Louis XVI, contra el clero y contra la nobleza. Por todo París esparcieron sus boletines y periódicos, para plantar la semilla de su revolución y muerte. Alentaron a la chusma de Francia hasta provocar su demoledora respuesta. 

La persecución religiosa cristiana nunca falta en la revolución.

La persecución religiosa cristiana nunca falta en la revolución.

LA BASTILLE

La Bastille era una fortaleza medieval usada como prisión para disidentes políticos. Esta imponente edificación constituía todo un símbolo. De ahí que, en la febril revuelta, los lacayos de los Rothschild dijeran al pueblo que alojaba a cientos, quizás miles de prisioneros, gente de la calle.

El 14 de Julio de 1789 una gran jauría (quizás una turba de mil personas) asaltó la Bastille. Acabaron con la vida de sus guardias y la del gobernador y liberaron a los únicos siete prisioneros. Tan odiada era, que fue derruida casi por completo, ladrillo a ladrillo.

Habían conseguido su revolución, pero les seguía faltando más hambre, sufrimiento, pobreza y sobre todo muerte. Comenzaron asesinando a las mejores y más cultas personalidades de Francia y continuaron dirigiendo la mente colmena revolucionaria para asesinar de forma indiscriminada. Por supuesto, los amos del mundo jamás se mancharon sus manos y encargaron a sus brazos ejecutores toda la orgía de sangre: Marat, Robespierre y Danton.

El poder en Francia fue lo suficientemente inteligente como para instaurar una serie de profundos cambios, a la postre muy importantes para el mundo sociopolítico francés. L
o primero que hicieron fue publicar una declaración de derechos, que se dio a conocer mediante pasquines en paredes, folletos y leído voz en alta en sitios públicos. Francia pasó en un corto periodo de tiempo a convertirse en una monarquía constitucional. Louis XVI dejó de ser el rey absoluto que había sido Louis XIV y se apartó a sus menesteres mundanos. Y todo, casi sin sangre, sudor y lágrimas.

Prisión de la Bastille

Prisión de la Bastille.

EL FIN DE LA REVOLUCIÓN NO ES EL ESPERADO

Pero nuestros filántropos amigos no comulgaban con esa libertad y prosperidad alcanzadas. Y decidieron seguir usando a la chusma desechable para derrocar al gobierno y eliminar de un plumazo la religión. Debía reinar el caos: ¿le suena de algo, querido lector?

Así que siguieron inundando las grandes urbes (sobre todo París) con esa propaganda de revolución, fake news en definitiva, para radicalizar al maleable pueblo. Y bajo la tutela de los jacobinos (meros asalariados masónicos) llevaron su revolución a cabo: la del orden mediante el caos (ordo ab chao). Orden, pero el suyo, por supuesto.

Desde luego, el populacho entró al trapo. Si ahora el ciudadano medio es un borrego incapaz de percibir y tener una mínima capacidad analítica y/o sentido común, imagine en esa época. Tragaron con la sarta de engaños jacobinos y, a lo largo de diez años, Francia se sumió en una locura colectiva.

La realeza encerrada en su palacio, tenía sus días contados. En agosto de 1792 una horda revolucionaria llegó a palacio reclamando la justicia social propagandística de los Rothschild. El rey ordenó a su guardia no defenderse pretendiendo parlamentar, pero no le dieron oportunidad alguna
. La crueldad alimentada por la machacona propaganda non-stop (¿le suena?) completó el encargo: volvió a ganar el lado oscuro de la psique. El resto es historia: ya conoce el fin de Louis XVI y de Marie Antoniette en la guillotina.

Pero la orgía de sangre no se paró aquí. Víctimas inocentes fueron sacrificadas (término correcto masónico illuminati). Llegaron hasta el punto de irrumpir en prisiones para masacrar a los que apoyaron la declaración de derechos (por ejemplo). Cualquier excusa fue válida para su revolución de sangre.

Los que no estaban por la revolución, estaban en contra de ella y eran pasados a cuchillo, destripados, mutilados, descuartizados, violadas (las mujeres) o simplemente guillotinados (símbolo universal de esta falsa revolución).

No dejaron títere con cabeza (valga la redundancia) y las cifras fueron devastadoras. En una población de poco más de 20.000.000 de personas, fueron asesinadas casi 50.000. Dejaron el timón a auténticos psicópatas incapaces de conducir un país.

La guillotina, el símbolo de la revolución

Mademoiselle Guillotine o el símbolo de la revolución.

REVOLUCIÓN QUE SE CONVIERTE EN PSICOSIS

Como en la época de la Inquisición, en la Stasi (Ministerium für Staatssicherheit o Ministerio para la Seguridad del Estado) de la antigua DDR (Deutsche Demokratische Republik o República Democrática Alemana), en la KGB (Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti o Comité para la Seguridad del Estado) de la antigua CCCP (Soyuz Soviétskikh Sotsialistícheskikh Respúblik o Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) o la Securitate (Departamentul Securității Statului o Departamento de Seguridad del Estado) de los años del plomo de  Ceaușescu, los vecinos se denunciaban mutuamente. Por el mero hecho de ser sospechos de algo eran fusilados o ahogados en ríos.

Durante la revolución se destruyó o sustituyó todo símbolo cristiano (el profundo odio al origen cristiano europeo siempre está presente, recuérdelo). Los robos en iglesias y las masacres de religiosos no cesaron, convirtiéndose en el pan nuestro de cada día. Hasta tal punto llegó la histeria de la revolución, que los años fueron numerados desde su año 0, a partir de 1789.

Todo estaba perfectamente planificado. Se pretendió reducir a la nada el estado-nación, desgastando al país con guerras externas y dinamitándolo desde dentro. Sin embargo, un tal llamado Napoleón Bonaparte solucionó la guerra interna, trasladándola al exterior gracias a sus megalomaníacos deseos imperiales: las guerras napoleónicas, lo cual pudo haber acabado con los proyectos secretos masónicos. 

Guerras napoleónicas

Napoleón en Waterloo (1815)

LA REVOLUCIÓN Y SU EMPORIO DEL CÁRTEL FINANCIERO

Napoleón pasó de ser el escollo del plan de los Rothschild a convertirse en su gran oportunidad. De hecho, el cártel financiero de los Rothschild nació en Waterloo. La jugada maestra se realizó en esta famosa batalla y su artífice fue Nathan Mayer Rothschild, perteneciente a la segunda generación de la familia.

Nathan había enviado observadores a la batalla y aprovechando su ventaja en una red de postas de caballos, los Rothschild controlaron la información (recuerde que la información es poder). Hicieron creer que Wellington había perdido frente a Napoleón. Vendieron sus bonos del estado y una vez ejecutado el engaño, hundida la bolsa y antes de que las noticias oficiales llegaran a Londres, compraron de nuevo todos los bonos del mercado londinense a precio de saldo.

Por supuesto, cuando se supo que fueron vencedores, los bonos se dispararon, llegando a ganar algo más de 1.000.000 £ de la época en un solo día. Y desde entonces prestan su dinero ficticio, por tanto ilegal, conocido como dinero no convertible (FIAT), no respaldado por el patrón oro. Crean dinero de la nada, son simples números informáticos que circulan por las redes. Siguen creando cada revolución y conflicto importantes en nuestra historia, mientras afirman que su NWO (New World Order o Nuevo Orden Mundial) no sólo eliminará todas las guerras y sino que traerá la paz.

Organizan guerras en las que jamás participan, creando caos, hambre, sufrimiento, muerte y karma, por lo que nadie gana, incluidos los vencedores. Sólo sirven para enriquecer y para aumentar el poder de los Rothschild y sus adláteres. No se trata de una teoría de la conspiración, son hechos contrastables.

Pero tampoco olvide que aún estando en la parte alta de la cadena trófica humana, son meros peones de otros eslabones superiores terrestres humanos y terrestres no-humanos. Pero -… eso es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión… –

[bctt tweet=»Si mis hijos no quisieran guerras, no habría ninguna – Gutle Schnaper, esposa de Mayer Amschel Rothschild» username=»»]

 

C O N T I N U A R Á . . .

 

 

MÜLLER&P´REZ

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4 Comments on “LA REVOLUCIÓN. EL GRAN ENGAÑO (PARTE I)”

  1. Esperando con ansia el siguiente capítulo de la historia real, para quien quiera saber la verdad…
    Gracias

    1. Gracias por leernos, querid@ Senda. Deseamos que siga la saga y así pondremos en común, el gran engaño de las revoluciones. Un saludo y continúe la Senda de la verdad.

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